miércoles, 17 de febrero de 2010

Una perra en la mochila

Aunque a los españoles les encantan los perros (y César Millán), en España apenas hay puertas sin pegatinas de "perros no": no sólo no podemos entrar en supermercados, panaderías, ambulatorios y hospitales (lo que resultaría casi comprensible); también tenemos vedada la entrada a bares, hoteles, oficinas de correos e incluso Ikea y El Corte Inglés. Pues bien, yo he entrado de extranjis en todos esos sitios, incluso en el supermercado del Corte Inglés, que debe de estar doblemente prohibido por ser supermercado y Corte Inglés a la vez. Os preguntaréis cómo lo hago. Pues es facil: mis seres humanos me meten en mi mochila -la misma del viaje en avión- y yo me quedo quietecita y silenciosa para que no nos pillen. Hasta ahora, nadie se ha percatado de lo que llevan mis dueños a la espalda, o al menos eso parece. Aunque creo que también cuento con la complicidad tácita de algunos dependientes.

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